La crisis del acceso a la vivienda en España es un problema extremadamente complejo frente al que no existen soluciones fáciles. Sin duda, se trata de una problemática que se está acrecentando en los últimos meses hasta convertirse en una de las principales preocupaciones de los españoles y en uno de los principales debates que están copando los medios. Ese debate público suele centrarse en los jóvenes, quienes encuentran casi imposible emanciparse en un contexto de alquileres disparados e hipotecas inalcanzables. Sin duda, el origen del problema reside en el gap existente entre la elevada demanda de compra y alquiler frente a una oferta de vivienda a todas luces insuficiente. Sin embargo, más allá del diagnóstico, falta una narrativa clara sobre cuáles pueden ser las soluciones. Especialmente con respecto al rol que la innovación puede jugar en este escenario. Y aquí es donde el denominado sector PropTech se presenta como un aliado estratégico para dinamizar un mercado que, en muchos aspectos, permanece estancado.

Los cambios de carácter demográfico, sociales y culturales están provocando un incremento en el porcentaje de españoles que viven de alquiler. Bien porque así lo deseen o bien porque no les quede otro remedio. En cualquier caso, la escasez de vivienda en alquiler de larga duración es un problema estructural. Muchos propietarios no ven atractivo poner sus inmuebles en el mercado por la falta de incentivos fiscales y las dudas sobre la seguridad jurídica. Además, el incremento sostenido de los precios de venta tampoco favorece la situación. A pesar de la tendencia a la baja de los tipos de interés, y la proliferación de ofertas hipotecarias competitivas por debajo del 2%, la demanda sigue superando con creces la oferta disponible. Se construye demasiado poco en España, donde los expertos calculan que se necesitarían unas 100.000 viviendas más anuales para cubrir el déficit actual.

Estos desequilibrios tienen un impacto directo en la movilidad laboral, la natalidad y, en última instancia, en el desarrollo económico. Pero, ¿qué podemos hacer al respecto? La respuesta pasa, necesariamente, por la colaboración público-privada. Y también por aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías. Las empresas PropTech tienen la capacidad de transformar el sector inmobiliario, haciendo que sea más ágil, transparente y accesible. Este potencial no es una promesa abstracta, ya estamos viendo cómo estas tecnologías están cambiando las reglas del juego en diferentes frentes. Las plataformas digitales simplifican y democratizan el acceso a créditos hipotecarios, ofreciendo simulaciones personalizadas, préstamos ajustados a las necesidades de cada usuario y una experiencia completamente digital que reduce los tiempos de gestión. La automatización de procesos como la verificación de documentación, la firma de contratos o la valoración de inmuebles no solo ahorra tiempo, sino que también aporta confianza y transparencia a todas las partes implicadas.

Además, las plataformas de InsurTech ofrecen soluciones para minimizar riesgos, como seguros personalizados que protegen a los propietarios frente a impagos o daños en sus inmuebles, incentivando así la puesta en alquiler de viviendas. Las herramientas basadas en Big Data e inteligencia artificial facilitan la comprensión de las tendencias del mercado, permitiendo identificar zonas con mayor necesidad de desarrollo o anticipar la evolución de los precios.

Si bien el potencial está claro, el éxito dependerá de nuestra capacidad para trabajar juntos. Las FinTech y PropTech necesitan un marco regulador que fomente la innovación sin asfixiarla. Las administraciones, por su parte, deben ver a estas empresas como aliadas en lugar de competidoras, creando incentivos fiscales y programas que aceleren su adopción. El sector financiero tradicional también tiene mucho que ganar al colaborar con startups que están redefiniendo la experiencia del cliente.

El acceso a la vivienda es un derecho fundamental y un pilar de estabilidad social. Resolver la crisis de vivienda requiere audacia y visión de futuro. Y el ecosistema FinTech está listo para ser parte de la solución. Ahora, lo que necesitamos es voluntad política y compromiso colectivo para hacer realidad el cambio.