Marta Trias Gray, International Marketing Manager de SlimPay y asociada de AEFI Desde mediados del siglo XXI, hemos visto un boom de startups de toda clase que, con el uso de las nuevas tecnologías y modelos de negocio, han desafiado el sector financiero tradicional. Las conocidas como fintech han supuesto una disrupción real en la…
Desde mediados del siglo XXI, hemos visto un boom de startups de toda clase que, con el uso de las nuevas tecnologías y modelos de negocio, han desafiado el sector financiero tradicional. Las conocidas como fintech han supuesto una disrupción real en la banca y han cambiando radicalmente el sistema financiero y sus actores.
En un primer momento, los bancos tomaron una posición agresiva, ante esta oleada de fintech, considerando a estas nuevas empresas como competidores. Sin embargo, en estos últimos años hemos visto un creciente acercamiento entre ambos players, que están viendo cómo uniendo fuerzas y colaborando pueden aprovechar sinergias y conseguir mejores resultados: la banca tradicional aprovechando de las fintech, su innovación, la excelente experiencia del cliente y la proximidad a los clientes más jóvenes; mientras que las fintech pueden beneficiarse del poder y cobertura de los bancos, la confianza y la gran base de clientes que poseen.
Además, los cambios regulatorios, las demandas de clientes y el enfoque en éste, cada vez más digital, se moverá más allá de los productos (pagos, préstamos, transferencias…) y se extenderá a los servicios financieros. Pero, ¿cuáles son los posibles escenarios que nos deparará el futuro del sector bancario?
Distintos escenarios
El primer sitúa a los bancos como grandes plataformas, un concepto introducido por Ron Shevlin, experto en banca digital, que explica que la estrategia de plataformización busca conectar e integrar en un mismo ecosistema: clientes, partners, servicios y dispositivos, con el objetivo de promover la creación e intercambio de servicios para crear valor. Todo ello, es posible gracias a la tecnología API, que juega el papel de “puente tecnológico” entre todos los actores del ecosistema, permitiendo que todo esté conectado en tiempo real. El banking as a platform (BaaP) es, por tanto, un concepto que redefine el modelo de negocio de los bancos; como decíamos gracias a las API, las aplicaciones modernas, la entrada de nuevas regulaciones como el open banking o la PSD2 están haciendo que los bancos se vean obligados a abrir sus puertas a la innovación y a la tecnología. La clave, no tomarlo tanto como una amenaza, sino como un reto y una oportunidad.
Un segundo escenario es el de los bancos Fintech, un concepto nuevo que combinará la agilidad propia de las fintech y el poder y presencia de los bancos. ¿Cómo? Basándose en cinco elementos clave: contar con una plataforma bancaria como base; contar con tecnología API que le permite conectarse fácilmente a terceros; una infraestructura sólida y segura que le permita llevar a cabo procesos de verificación y identificación; poseer una licencia bancaria para ser independiente de otros bancos y tener la custodia de los fondos sin restricciones y contar con un CRM para la gestión de clientes de forma óptima. Según los expertos, este tipo de banco fintech ofrecería los productos básicos ligados a cuentas bancarias, tarjetas de crédito y débito, wallet…y el resto de servicios relacionados con inversión, gestión de patrimonios, crowdfunding, hipotecas, criptomonedas y una larga lista, todos ellos podrían ser proporcionados por terceros a través de API, siempre con la idea de ofrecer la mejor experiencia de usuario y al precio más competitivo.
A diferencia de las fintech actuales, estas entidades podrían competir con los bancos tradicionales, al contar con licencia bancaria, y gozarían de una gran gama de servicios de gran calidad que han sido producidos por otros.
El último de los escenarios sitúa a las grandes tecnológicas como bancos, aunque para que las fintech se convierta en compañías de servicios financieros tendrán que someterse al estricto cumplimiento de la normativa y las exigencias de la banca tradicional, lo que les haría perder algunas de las ventajas competitivas de las que gozan ahora, lo que nos lleva a pensar en la existencia de un tercer escenario en los gigantes tecnológicos no financieros, que poseen la infraestructura y la confianza de los consumidores y que podrían reengancharse al juego financiero. De hecho, muchos consideran la posibilidad de que empresas tales como Google, Facebook, Apple o Amazon creen su propia entidad financiera, de momento han comenzado por colarse con el mundo de los pagos: Apple Pay, Amazon payments, Google Wallet con menos éxito… No creo que esto sea un preludio inmediato a convertirse en un banco, ya que los gigantes tecnológicos no ven todavía demasiado atractivo en el sector bancario, en gran parte debido a la alta regulación que existe.
La transformación del sector financiero no ha terminado y veremos cada vez más innovaciones disruptivas muy prometedoras. La tecnología se convertirá sin duda en la “varita mágica” que dictará los próximas transformaciones y es ahora o nunca cuando los bancos tradicionales tendrán que subirse al tren de la transformación digital para no quedarse atrás.
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